sábado, marzo 14, 2009

Forrester


El estudio de Forrester es en gran medida previsible si uno se abre al mundo con lógica. Las empresas no son intermediadores informativos con credibilidad en lo que atañe a sus propias informaciones, porque no tienen (en principio) obligación de hablar de o que menos les interesa. Al menos, son mucho menos creíbles que los intermediadores por excelencia: los mass media, a los que se supone unos códigos éticos y una profesionalidad donde la independencia y la veracidad son presupuestos inexcusables.

Cuando se trata de hablar de uno, poca gente es capaz de ver la paja en el ojo propio aunque sí la viga en el ajeno. Los mass media, en cambio, lo hacen: primero, porque sus principios están regulados (incluso constitucionalmente) y ésto implica consecuencias jurídicas (cosa que no ocurre en el mundo de los blogs); segundo, profesionalmente, partiendo de unas reglas de juego de las que carecen los blogs.

Las organizaciones no informativas, en cambio, sólo tienen la obligación de comunicar aquello que legalmente se les exige (caso, por ejemplo, de las empresas cotizadas o de las obligaciones informativas en materia contable). Para las informativas, por su parte, la información es su producto y la credibilidad la fuente de sus beneficios.
En el mundo digital, por último, en ocasiones ni siquiera tienes la certeza de la identidad de la fuente, con lo que todo el castillo se derrumba por sí solo. Falto de códigos y de presupuestos jurídicos, nadie asegura la veracidad de la información que maneja. Todo lo contrario, precisamente el éxito de mucha de esa información radica en que se basa en rumores y, en consecuencia, no contrastados.

No hay comentarios: