No es la primera vez. Tampoco será la última. Pero aún así, sigo estremeciéndome cada vez que veo una metedura de pata como la de estos días con el presunto asesino y violador de la niña de tres años al que mediáticamente se le condenó sin miramientos.
Y siempre diré lo mismo: hay que tener un poquito más de sentido común. No vale todo para conseguir audiencia. No vale que se machaque a la gente reiterada y obsesivamente sin ni siquiera someterle al juicio al que sin duda tiene derecho. Nos lamentamos ahora, pero el daño está hecho. Y aún así, nadie pide disculpas. Sólo las he oído desde una televisión que se ha avergonzado de haber metido la pata.
Por supuesto, tampoco desde los gabinetes de comunicación de las Administraciones Públicas (¿y la consejería de Sanidad?) y de los servicios de seguridad del Estado, que vuelvo a repetir: lindan lo legal en muchísimas ocasiones, dando información sin ton ni son y sin el menor cuidado, a mi juicio conculcando en ocasiones los derechos más elementales. Y lo sé por experiencia. Que cada cual cargue con su vela.
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