Conozco una empresa cuyo objeto social se mueve en torno a las energías renovables. Perfectamente lícito. Pero qué sucede cuando la estrategia de su RSC, como es el caso, también se mueve en torno a la ecología de las energías alternativas. Pues que el espectador no sabe si lo que me quiere vender es el negocio o el buen hacer. No, señor, diseñe su estrategia en un área que no tenga nada que ver con su negocio. Haga lo que esa cadena de bares y restaurantes de todos conocida que contrata a mujeres maltratadas. Nada que ver con el negocio, y sí mucho con la ética y la responsabilidad. Si me dedico a vender molinos de viento y no paro de cantar las bienaventuranzas de las energías eólicas, no sabré nunca si lo hace por venderme a mí también el puñetero molinillo, que es lo más probable. En este caso, ¡no me hable de la RSC!
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