Malmberg nos abrió los ojos hace años cuando ejemplificó las formas en que las palabras podían cambiar el significado de las cosas. El lingüista sueco definía esa capacidad de transformar la realidad y de engañarnos como ‘el poder de la lengua’, tan importante como el poder de los medios.
Ahora, tras las fraudulentas elecciones iraníes, los defensores de las nuevas tecnologías hablan del éxito de Twitter como instrumento de comunicación. Pero no fue Twitter quien nos ha dado las imágenes de la mujer con el corazón destrozado, abatida en la calle por un francotirador, ni la mayoría de la información que está sirviendo para conformar la opinión pública nuestra, la occidental, sino los medios tradicionales como el teléfono, los periódicos o un sistema de distribución de vídeos como YouTube.
No hace mucho los medios utilizaban teletipos, y a nadie se le hubiera ocurrido intentar ensalzar la ‘revolución’ de los teletipos. Ahora se coge al rábano por los bits. He intentado en alguna ocasión seguir un acontecimiento mediante Twitter, que algunos medios han utilizado como forma innovadora de comunicar con sus lectores. Me ha parecido insoportable, como construir un puzle de frases bajo una cascada de palabras. Sólo corroboré que lo importante no es el medio, sino la información que transmite. Incluso que es más decisiva la construcción del relato.
En la época de las nuevas tecnologías, vivimos en un innegable papanatismo tecnológico que olvida que la tecnología está al servicio de un fin, y es éste el que cualifica a aquella. El periodista de ABCNews Jim Sciutto denunció hace pocas fechas el intento de falsear la información de Irán mediante Twitter. Algunos articulistas también se refirieron a este intento de manipulación, pero todos los días hay organizaciones que operan en Internet utilizando el poder de la palabra, diciéndonos medias verdades que no podemos contrastar con certeza.
Aquí en Galicia, Murado hablaba también de la excelente estrategia de marketing de estos nuevos instrumentos digitales. Sin embargo, algunos de los nuevos paladines digitales andan obstinadamente dándole al martillo pilón como si los canales fueran los nuevos profetas de la realidad. Y el canal, sin contenido, es nada.
Ahora, tras las fraudulentas elecciones iraníes, los defensores de las nuevas tecnologías hablan del éxito de Twitter como instrumento de comunicación. Pero no fue Twitter quien nos ha dado las imágenes de la mujer con el corazón destrozado, abatida en la calle por un francotirador, ni la mayoría de la información que está sirviendo para conformar la opinión pública nuestra, la occidental, sino los medios tradicionales como el teléfono, los periódicos o un sistema de distribución de vídeos como YouTube.
No hace mucho los medios utilizaban teletipos, y a nadie se le hubiera ocurrido intentar ensalzar la ‘revolución’ de los teletipos. Ahora se coge al rábano por los bits. He intentado en alguna ocasión seguir un acontecimiento mediante Twitter, que algunos medios han utilizado como forma innovadora de comunicar con sus lectores. Me ha parecido insoportable, como construir un puzle de frases bajo una cascada de palabras. Sólo corroboré que lo importante no es el medio, sino la información que transmite. Incluso que es más decisiva la construcción del relato.
En la época de las nuevas tecnologías, vivimos en un innegable papanatismo tecnológico que olvida que la tecnología está al servicio de un fin, y es éste el que cualifica a aquella. El periodista de ABCNews Jim Sciutto denunció hace pocas fechas el intento de falsear la información de Irán mediante Twitter. Algunos articulistas también se refirieron a este intento de manipulación, pero todos los días hay organizaciones que operan en Internet utilizando el poder de la palabra, diciéndonos medias verdades que no podemos contrastar con certeza.
Aquí en Galicia, Murado hablaba también de la excelente estrategia de marketing de estos nuevos instrumentos digitales. Sin embargo, algunos de los nuevos paladines digitales andan obstinadamente dándole al martillo pilón como si los canales fueran los nuevos profetas de la realidad. Y el canal, sin contenido, es nada.
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