Hay tres principios esenciales para la comunicación de la Administración Pública. Por un lado, un imperativo legal que preside la actuación de las administraciones, que es la obligación de coordinación, impuesta por el ordenamiento jurídico; en segundo lugar, la transparencia, aunque ha sido siempre un principio de actuación no inherente a las políticas de los diversos organismos, pero que es un requisito ineludible si atendemos al carácter de servicio público que tienen las actuaciones de las administraciones, y por último, el requisito común para todas las estrategias de comunicación en las organizaciones, que es la de tener un mensaje único que transmitir.
Cuando cualquiera de estos tres principios faltan en la relación de nuestras Administraciones con el ciudadano, su cliente, hay que pensar que es muy probable que en la cocina del Ejecutivo existan demasiados maitres que den órdenes y pocos camareros sirviendo platos.
Cuando cualquiera de estos tres principios faltan en la relación de nuestras Administraciones con el ciudadano, su cliente, hay que pensar que es muy probable que en la cocina del Ejecutivo existan demasiados maitres que den órdenes y pocos camareros sirviendo platos.
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